jueves, 30 de marzo de 2017

Adios entrenador

Salir del trabajo y conectar los datos del móvil mientras esperas la llegada del tren se ha convertido en una de mis rutinas habituales. Es el momento en el que te entran decenas de whassaps, alertas de Facebook, Twitter y en definitiva, es cuando te pones un poco al día de lo que ha pasado mientras has permanecido encerrado durante las horas de trabajo. Cierto es que no es la biblia informativa, pero que para según qué casos es el único modo de enterarte de ciertas cosas y la más rápida.

Y justo eso es lo que ha pasado en la tarde de este lunes. Empiezas a pasar rápido el dedo por el Facebook buscando algo de interés y ves que se repiten varias fotos en varios muros, alguno de los cuales es de forzada referencia para saber lo que pasa en este nuestro pueblo. Esto fuerza el primer alto, “algo ha tenido que pasar”. Entras a leer la noticia y descubres que ha muerto Pablo Casado.

Para muchos un nombre más, pero para otros un nombre ligado a la historia más o menos reciente de nuestro pueblo, todo depende del horizonte personal que cada uno plantee. Pablo fue el tercer entrenador que tuvo el Club Baloncesto Collado Villalba en su aventura en el baloncesto profesional. Recogió el equipo en la Primera División B después de que el año anterior fuera de transición desde la División de Honor (Ahora ACB) al proyecto más a largo plazo que se construyó gracias al patrocinio del Banco de Bilbao para lograr el ascenso.

Muy pocos jugadores repitieron de un año para otro y tal vez gracias a ello, Pablo empezó a forjar un proyecto más coherente con una plantilla más compensada entre los jugadores interiores y exteriores, los jóvenes y los veteranos. El empezó a darse cuenta de la importancia de tener un jugador alto lo suficientemente alto y fuerte para ayudar en el rebote, pero a su vez con buena muñeca y rápido para poder jugar por el perímetro. Aito García Reneses había logrado eso con Andrés Jiménez y el más o menos lo logró con Juan Carlos Barros.

No buscó grandes estrellas sino una plantilla donde hubiese dos jugadores por puesto para disputarse la titularidad y que fuesen más o menos complementarios (salvo la excepción de los extranjeros). Supo explotar al máximo las habilidades y virtudes de sus jugadores y cambió notablemente la forma de entrenar del equipo.

En la cancha no era hombre de grandes aspavientos y gestos desmedidos, más bien todo lo contrario. Y es que aunque tenía todo el crédito del público, no fueron pocas las veces que los aficionados no entendíamos su pasividad a la hora de pedir un tiempo muerto cuando los rivales se nos iban de 8 o 10 puntos o nos daban la vuelta a un partido que teníamos encarrilado. Pero está claro que él sabía cómo nadie como manejar a la plantilla y así lo demostró durante todos los años que estuvo al timón de la nave villalbina y es que sin duda, Pablo Casado es uno de los nombres clave del sueño que fue el Club Baloncesto Collado Villalba. El hombre tranquilo que siempre llevó al club un peldaño más arriba

D.E.P.


Acompaño esta entrada con el audio de la entrevista de Jaime Fresno con motivo del partido homenaje por el 30 aniversario del club que se disputó hace un par de años entre las leyendas del Villalba y las del Real Madrid.


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